Un acontecimiento inesperado, pero con un impacto dramático en el mundo. De vez en cuando, entra y sale volando, pero deja un gatillo. El Cisne Negro ha vuelto.

No fue diferente en 2008, cuando golpeó con fuerza al sistema financiero mundial. O en 2011, cuando Europa se vio sacudida por la crisis de la deuda. El mundo aún no se ha recuperado de estas consecuencias de las crisis de hace una década, como demuestran los tipos de interés cero y la continua relajación cuantitativa. Aunque los efectos de la destrucción sistémica original aún persisten, el cisne negro ha vuelto a volar sobre el mundo. Esta vez con consecuencias potenciales aún mayores.

Los países luchan contra la crisis

Las crisis epidemiológicas o económicas tienen al menos una cosa en común: pueden detenerse. Muchos países de Asia han demostrado cómo se puede contrarrestar la propagación del virus maligno y eliminarlo casi por completo. Desde el punto de vista de la gestión y de los estadistas, es una lucha ardua, pero es posible.

Mientras se actúe con rapidez y eficacia y se detenga la propagación del virus en la primera fase, como ha ocurrido en Singapur, por ejemplo, las consecuencias económicas son mínimas. Sin embargo, si un brote se convierte en una epidemia, los pasos son mucho más complicados y dolorosos. Corea del Sur también ha demostrado que esta situación puede gestionarse.

Fracaso europeo

Europa se ha quedado muy atrás en materia de prevención y planificación, en la realización de pruebas a los posibles infectados y en la recogida y evaluación de datos. Pero también en el acercamiento de los individuos a la propagación de la epidemia. Por eso no es de extrañar que el número de infectados aumente en miles al día en muchos países europeos. Y los temores de que superen el nivel de China se han confirmado.

La caída de la producción económica de la zona de Wuhan ha demostrado el fuerte impacto que puede tener la cuarentena en la economía de un país. La caída de la economía china en el primer trimestre fue la mayor desde el inicio de la medición. Esto también ha suscitado una gran preocupación por la salud de la economía europea, ya que la epidemia sigue creciendo.

REACCIÓN A LOS SALARIOS REALES EN EUROPA DESPUÉS DE LA PANDEMIA (fuente: FORBES)

La situación en Europa es fundamentalmente diferente a la de Asia. En la clasificación de valores asiática, la familia estaba en primer lugar y el Estado por debajo; en Europa, era el propio individuo. Resulta que no es sólo la falta de preparación de Europa para la epidemia, sino el individualismo occidental en particular, la mayor amenaza para la propagación de la epidemia en el viejo continente.

En el Reino Unido, hasta una cuarta parte de la población se negó a cambiar sus hábitos a causa del coronavirus. Incluso basándose en su posición, el gobierno británico no ha tomado medidas más drásticas, como la cancelación de acciones masivas o el cierre de escuelas.

¿El fin de la actual era de la globalización?

El coronavirus hizo que las tasas reales cayeran un 1,5% en comparación con el escenario previsto sin la pandemia. Muchas pandemias europeas también han provocado un descenso del comercio. Mientras que unas relaciones comerciales más sólidas antes de la crisis trajeron consigo un mayor nivel de vida. Cualquier temor por la salud trajo una tregua. Con el fin de la gripe española llegó el final de la primera era de la globalización industrial, que ya se había visto mermada por las consecuencias de la Primera Guerra Mundial. La coronacrisis puede así bloquear la cadena de suministro desde China que se ha construido en las últimas dos décadas.

LA RESPUESTA DEL CONSEJO EUROPEO DE CUENTAS TRAS LA PANDEMIA (fuente: FORBES)

Podemos decir que las pandemias harán subir los salarios, pero traerán consigo la decepción de los rendimientos reales. A diferencia de otras catástrofes, como las guerras o las catástrofes naturales, tras las pandemias no se produce un aumento de la demanda de capital, lo que da lugar a un periodo prolongado de tipos reales en un nivel modesto.