De media, pasamos el 22% de nuestra vida en el trabajo. Y por eso no importa cómo vivamos este tiempo, qué sentimientos experimentemos o qué relaciones encontremos en el día a día. Porque todo el mundo quiere hacer su trabajo en un ambiente agradable.
La negatividad, el estrés, las malas relaciones, las emociones no gestionadas y la frustración de los empleados tienen un impacto negativo no sólo en el rendimiento de los empleados, sino también en su salud, satisfacción, lealtad y compromiso general con la empresa. Los empleados negativos afectan a todo el equipo y, por tanto, al clima general del lugar de trabajo. Sin embargo, la reputación y la imagen de una empresa también dependen de lo que los empleados digan de ella en su entorno. Es un círculo vicioso. Si los empleados difunden información negativa, la empresa carece de personas positivas llenas de entusiasmo, capaces de motivar y hacer avanzar al equipo. Ninguna cantidad de publicidad ayudará a una empresa si sus empleados no comparten sus valores con alegría.
Perfil de un jefe modelo
La personalidad del líder se refleja en el nivel de relaciones entre los colaboradores. Por lo tanto, el jefe debe ser un modelo a seguir. Percibir lo que ocurre entre los subordinados es parte de su trabajo. Si quiere dirigir bien la empresa, tiene que saber cómo es el ambiente en el lugar de trabajo y tomar nota de él regularmente.
Cuando se trabaja con personas, lo más difícil es equilibrar el empuje y el tirón. La presión consiste, por ejemplo, en cumplir los plazos, el alcance y la calidad del trabajo. El líder debe recordar de vez en cuando que se olvida de algún trabajo que le resulta menos agradable y, por lo tanto, intenta trabajar en torno a él. O recordándoles las normas o devolviéndoles el trabajo inacabado. Su función es gestionar incluso los comentarios negativos y dar recordatorios a las personas
Por otro lado, también es necesario un movimiento. Esto significa apoyo. Un buen líder es capaz de aconsejar bien a los subordinados, no tienen miedo de acudir a él porque es empático y servicial, le gusta comunicarse con ellos, puede entenderlos. Estos enfoques ayudan a construir la apertura. La presión y el empuje deben estar equilibrados. El líder elige las tácticas que se necesitan en ese momento.
Hay una gran diferencia entre pensar en positivo y buscar soluciones en lugar de obstáculos. O si tu actitud es negativa y por tu mente sólo pasan el miedo y la duda.
La motivación adecuada
Cada persona es única. Alguien necesita ser empujado, otro necesita ser alabado más. Un gran líder puede motivar de forma reflexiva. Al mismo tiempo, sabe que lo que más necesitan sus subordinados en el trabajo es el reconocimiento. El objetivo es reunir al colectivo.
Cuando los empleados sienten que su lugar de trabajo es al menos un poco como su segundo hogar, les encanta venir a trabajar. Por supuesto, el rendimiento también es comparativamente mayor. Y los buenos directivos lo saben muy bien, por lo que cuidan de sus empleados en consecuencia. Todo volverá a ellos varias veces.
Nuestra mente no tiene más límites que los que nosotros le damos. Si se entrena bien, puede crear una enorme riqueza.
¿Cómo te preparas para ser bueno en tu trabajo?
Lo mejor es la prevención. Para la estabilidad en la vida necesitamos 3 cosas. Un trabajo decente que, en el mejor de los casos, nos entretiene y, en el peor, no nos molesta en absoluto. Luego están las buenas relaciones con nuestros allegados y también los intereses. Si nos sentimos bien en las tres áreas, nos sentimos estables.
Las personas positivas tienden a motivar a sus compañeros, a animarles a tener éxito, a ayudarles a superar los problemas y a alcanzar los objetivos comunes. Por eso es importante que los empleados se sientan cómodos en la empresa, que esperen nuevos retos y que el trabajo en equipo funcione.
Todos somos dueños de nuestro destino porque todos tenemos la capacidad de controlar nuestros pensamientos.