El sistema escolar afecta a varios aspectos de la vida del Estado y de sus habitantes. El funcionamiento del mercado laboral y muchos otros ámbitos dependen de la educación. El sistema educativo suizo está bien pensado y directamente vinculado al mercado laboral. Esta es la razón por la que Suiza es un país tan desarrollado.

Sistema educativo suizo dual

En el país del chocolate, el queso y el vino, el sistema educativo de los centros de secundaria se basa en la educación dual. Esto significa que la teoría está directamente vinculada a la práctica. La enseñanza práctica es la que recibe una atención primordial y se prefiere a la clásica memorización de conocimientos. A la hora de elegir un centro de enseñanza secundaria, los alumnos eligen la profesión y el trabajo para el que les preparará una determinada empresa, por así decirlo, y no el centro en sí. Este último es sólo un accesorio. Primero eligen la empresa en la que quieren formarse para una determinada profesión, y luego el centro de enseñanza en el que asisten a las clases teóricas de las asignaturas de formación profesional y general y a parte de su formación práctica. De este modo, están preparados para la vida y pueden empezar a trabajar a tiempo completo justo después de la escuela sin necesidad de formación.

Los alumnos de esta formación profesional se denominan aprendices. Las empresas están creando estos puestos de trabajo con un número limitado. Si un estudiante está interesado en un oficio concreto pero no encuentra una empresa en la que pueda formarse en él, tiene que elegir otro oficio al que dedicarse, lo que supone una pequeña desventaja. Pero como depende de la demanda y la oferta reales del mercado, tiene un impacto positivo en la economía del país, ya que se reduce la disparidad entre la demanda de trabajo y las ofertas de empleo.

Empleados y estudiantes al mismo tiempo

La formación profesional suiza ofrece un amplio abanico de materias: artesanía, aprendizaje estándar, banca, informática, asistencia social, sanidad, pedagogía, fabricación, danza. El estudiante adquiere la condición de trabajador por cuenta ajena al acceder a la formación profesional. Antes de empezar, firma un contrato con el propietario del negocio y se fija el salario mensual que recibirá. Sin embargo, no está al mismo nivel que el de un empleado a tiempo completo. La empresa no sólo prepara al aprendiz para el trabajo, sino que también suele proporcionarle un puesto de trabajo cuando sale de la escuela. Otra ventaja es que el joven se integra en un equipo en el que es miembro de pleno derecho. En las empresas, se debe designar a una persona responsable que se encargue de este proceso. Debe haber completado el mínimo de enseñanza para poder desempeñar esta función. Los aprendices asisten a la escuela uno o dos días y pasan tres o cuatro días a la semana en la empresa.

Pueden optar por trabajar, pero también por ampliar su formación

Tras completar su formación profesional aprobando el examen de bachillerato, los suizos pueden trabajar o -los mejores- solicitar estudiar en una escuela superior práctica o en la universidad. En Suiza, la enseñanza superior se divide en universidades, escuelas superiores e institutos de enseñanza superior. En la mayoría de los casos, tras graduarse en los centros de formación profesional de secundaria, los estudiantes pasan a la escuela de formación profesional y, tras graduarse en el instituto, a la universidad. Si quieren ir a la universidad después de la formación profesional secundaria, tienen que completar un año de formación, durante el cual completan los conocimientos teóricos que les faltan.

La escolarización obligatoria en Suiza dura nueve años. A continuación, los alumnos pueden pasar a la mencionada escuela secundaria de formación profesional o al instituto de enseñanza secundaria. Los alumnos que no saben si quieren ir a la escuela de gramática o a la de formación profesional después de la primaria, o que tienen resultados más bajos, tienen la oportunidad de entrar en el llamado año de transición, que es un periodo de transición. A los alumnos con bajo rendimiento se les ofrecen cursos menos exigentes de dos años, tras los cuales reciben un certificado. Después de la graduación, siguen teniendo la posibilidad de estudiar un campo profesional. Diversos asesores, como trabajadores sociales, orientadores profesionales y empleados integrados en el sistema de formación profesional de cada empresa, ayudan a los alumnos a tomar decisiones profesionales.

El sistema educativo suizo tiene éxito

El sistema de formación profesional está bien establecido en Suiza. Así lo demuestra un importante indicador: el bajo desempleo. No supera el 7%. Suiza tiene la tasa de desempleo juvenil más baja de Europa. Mientras que la media actual se sitúa en torno al 12% en los países de la OCDE.

Este sistema es muy atractivo para los jóvenes suizos, ya que aprenden cosas prácticas y, además, obtienen dinero mientras estudian y no tienen que ocuparse de diferentes trabajos a tiempo parcial. Suiza, como confederación, colabora con cada uno de los cantones (estados miembros) y con las propias empresas en el sistema de formación profesional. El 60% de los costes asociados a la formación corren a cargo de las empresas. Disponen de recursos suficientes para poder financiar tanto el proceso de producción como la formación profesional de los alumnos.

Este sistema es muy beneficioso y eficaz, ya que garantiza que las personas tengan un trabajo de por vida durante su época de estudiante. Suiza debería servir de ejemplo para otros países sobre cómo mejorar el sistema escolar y vincularlo a la vida real. Al mismo tiempo, el sistema local te da la oportunidad de cambiar de carrera a lo largo de tu vida sin ningún problema. Es este exitoso sistema escolar el que hace de Suiza un país agradable para vivir, donde todo funciona y es bueno para vivir.

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